Snake eyes
Este artículo contiene spoilers, no leer si no se quiere conocer partes esenciales de la trama de la película.
Durante un combate de boxeo en un casino de Atlanta asesinan al Secretario de Defensa de los Estados Unidos. Rick Santoro, un policía corrupto, deberá descubrir quien es el responsable y para ello se entrevistará con diferentes implicados, que narrarán lo que han presenciado.
Para una película como Snake eyes, que narra una historia desde varios puntos de vista, ¿qué mejor forma de reseñarla que hacerlo también desde diferentes puntos de vista? De modo que, esta reseña es un poco diferente y cuenta con la participación de Ramón (del blog Cinema Dreamer) y Fernando Siles (del blog Nunca seré Clint Eastwood), quienes también harán su análisis sobre la película. Así que tendréis tres reseñas por el precio de una. Quiero darles las gracias a ambos por ayudarme a escribir este artículo y por el tiempo que le han dedicado, creo que el resultado es fantástico. Hagan sus apuestas, comenzamos.
LA CASA GANA
Tras su colaboración en Misión imposible (1996), el director Brian De Palma y el guionista David Koepp quisieron realizar otra película juntos, la tercera, tras su primer trabajo en Atrapado por su pasado (1993). "David tenía ganas de escribir un guión en que se enfocase un crimen desde varios puntos de vista y como esa idea siempre me había parecido interesante lo tomamos como punto de arranque," declaraba el director. Y así nació Snake eyes (Snake Eyes, 1998).
De Palma añadió a la historia cosas de su cosecha, como las historias que había leído sobre Howard Hughes. "Cuando iba a Las Vegas a negociar sus contratos con los del Ministerio de Defensa, los metía en un torbellino de fiestas y chicas para venderles mejor sus aviones," afirmaba el director. "Y de ahí saqué al malo de la historia, el personaje de Powell, que interpreta John Heard." Y decidió a situar la historia en Atlantic City porque la conocía muy bien y deseaba realizar una película en la ciudad que reflejase el declive que conoció con la introducción del juego. Y es que para el director, un casino, "es la representación del infierno en la tierra."
Koepp y De Palma trabajaron en el guión a distancia, ambos se comunicaban mediante correos electrónicos, estando el director en Nueva York y el guionista en California. De esa forma Koepp fue dando forma al guión.
Ambos vendieron el proyecto a Paramount Pictures. Y llegaron a un acuerdo con la productora, por el cual De Palma se embolsaría 5 millones de dólares por su trabajo como director y productor, y Koepp recibiría 4 millones por escribir el libreto.
Para el papel principal del policía Rick Santoro inicialmente se consideró a Al Pacino, y trabajaron en una versión del guión con el protagonista de Serpico en mente. Tenían la idea que su relación con el personaje de Kevin Dunne fuera de hombre mayor-hombre joven, pero Pacino acababa de salir de Donnie Brasco (1997) y no estaba seguro sobre ello. Los personajes fueron evolucionando y al final se estableció que fueran dos hombres de la misma edad. Finalmente el escogido para el papel fue Nicolas Cage, quien se embolsó 16 millones de dólares por dar vida al policía. El actor se metió de lleno en el personaje y hasta encontró el característico traje y camisa que lleva en la película.
Y para dar vida a Kevin Dunne, se le ofreció el papel a Will Smith. El actor pidió 12 millones de dólares a cambio de participar en la película. Paramount no quería pagar más de 9 millones, por lo que ambas partes no llegaron a un acuerdo. De Palma se planteó darle el papel a Tim Robbins, pero finalmente fue a parar a Gary Sinise, con quien contactaron sólo tres semanas antes de empezar a rodar.
Lisa Spoonauer (Clerks) hizo una audición para el papel de Julia Costello, pero se lo terminó llevando Carla Gugino.
El resto del reparto se compuso por John Heard (como el magnate Gilbert Powell), Stan Shaw (en la piel del boxeador Lincoln Tyler), Kevin Dunn (dando vida al reportero Lou Logan), Luis Guzmán (en el papel del traficante Cyrus) y Jayne Heitmeyer (como la misteriosa Serena).
RODAJE
La fotografía principal tuvo lugar desde el 4 de agosto de 1997 al 2 de noviembre del mismo año, en la ciudad de Montreal (Canadá). En el estadio Old Forum de la ciudad se construyeron los decorados del casino. Y la secuencia final se filmó en Atlantic City.
Como sólo disponían de 2.000 extras, en lugar de los 14.000 que supuestamente hay viendo el combate, se iluminó el set de tal forma que algunas gradas quedaran a oscuras, donde realmente no había nadie, e iban cambiando de sitio a los extras de un lado para otro del set según el emplazamiento de la cámara.
El rodaje de la película trajo de cabeza a la Warner, los retrasos en el inicio de la fotografía principal fueron tales que los ejecutivos de la Warner temieron que Nicolas Cage no estaría disponible a tiempo para el rodaje de "Superman Lives", que el actor iba a protagonizar a las ordenes de Tim Burton. Cage se había comprometido a realizar ambas películas y el conflicto de calendarios hacía peligrar la producción de la Warner. Al final Warner y Paramount llegaron a un acuerdo, el rodaje de la película del personaje de DC Comics se retrasaría hasta el 6 de octubre y en caso de que el rodaje de Snake eyes no hubiera terminado en el plazo estimado, las escenas que faltasen por rodar, se filmarían después de finalizar el rodaje de la película sobre Superman. Basta decir que nada de eso fue necesario y la película se terminó en el tiempo previsto. Y como es sabido, "Superman Lives" nunca llegó a realizarse.
El plato fuerte de la película y por lo que es recordada, es por su espectacular plano secuencia de 12 minutos de duración. "Filmamos las primeras 26 páginas de forma continua," explicaba Cage. "Fuimos de A a Z sin un corte. Normalmente me gusta tomarme mi tiempo con el diálogo y marcar las líneas con pausas. Pero Brian quería un ritmo rápido, como el estilo de las películas de los años 30. Gary y yo tuvimos que decir un montón de frases y llegar a la marca final mientras la cámara nos seguía. Al mismo tiempo estábamos tratando de asegurarnos, en esta única escena, que el público tuviera clara nuestra relación."
Por su parte De Palma justificaba dicho plano porque, "quería mostrar todo el universo en el que estaba el personaje de Nicolas Cage. Quería mostrar su mundo. Quería mostrarlo realmente rápido y quería mostrarlo entero." Realmente la escena la componen cuatro planos diferentes, ya que no se fabricaban cartuchos para cámaras con una duración que permitieran rodarla de una vez, así que se unieron los planos para dar la sensación de un único plano continuo. Falta decir que el resultado de la escena es perfecto y deja con la boca abierta siendo todo un prodigio de puesta en escena.
De Palma hizo gala de ser todo un profesional y terminó la película antes de tiempo y por debajo del presupuesto. "Era el productor, la presupuestamos en 72 millones y la filmamos por 68 millones y 12 días antes de lo previsto," afirmaba el director.
El montaje de la película tuvo problemas con la MPAA, como ya le había sucedido varias veces en el pasado a De Palma. El director tenía firmado por contrato entregar la película con una calificación por edades "PG-13", pero la MPAA le dio una "R". La asociación alegó que le dieron esa calificación porque, "había demasiados puñetazos en el combate. Por la sangre chorreando cuando el secretario recibe el disparo. Y porque a Nicolas Cage le golpean demasiado," según contaba De Palma. No tuvieron tiempo de apelar la calificación, el director hizo algunos cambios en el combate y aún así mantuvieron la calificación "R", con la que se estrenó. Para no ser una película con una gran violencia, sorprende dicha calificación, para De Palma tiene una fácil explicación, "simplemente sentí que tuve un trato especial por parte de la Junta de Calificaciones porque luché contra ellos durante toda mi carrera. En lo que a mí respecta, censuran películas."
La película se estrenó el 7 de agosto de 1998 y tuvo un irregular resultado en la taquilla. En territorio norteamericano recaudó unos correctos 55.591.409 de dólares y la cifra final a nivel mundial fue de 103.891.409 de dólares.
EL FINAL ORIGINAL
Inicialmente Koepp había ideado un desenlace diferente al visto en la película, en el que Kevin Dunne, "no moría, el personaje de Nicolas Cage lo salvaba al final," explicaba Koepp. "Es habitual cambiar cosas. No termina de muy diferente forma, es sólo que ellos querían que el malo recibiese su merecido. Así se hizo."
Entonces el guionista escribió un nuevo final, que llegó a filmarse, en el que hacía acto de presencia una ola gigante provocada por el huracán que asolaba la ciudad y que arrastraba una enorme esfera que se llevaba por delante al personaje de Gary Sinise. La escena estaba llena de espectaculares efectos visuales, los cuales fueron creados por Industrial Light and Magic.
El concepto tras la ola de Koepp y De Palma era, según el director que, "cuando tratas con semejante corrupción, necesitas que Dios aparezca y la haga desparecer. Es lo único que funciona."
Tras un pase de prueba con público, "a nadie le pareció que funcionara," explicaba el director. "Así que se nos ocurrió otra cosa que nunca me pareció que funcionaba tan bien como la idea original." Y así se rodó un nuevo final, el visto en la película, en el que el personaje de Gary Sinise se suicida ante las cámaras. Aún así quedaron varias referencias al huracán a lo largo de toda la película.
VALORACIONES
"Desde el punto de vista de Fernando Siles"
Después de la película más impersonal (y a la vez más exitosa) de su carrera, Misión Imposible, el De Palma de Snake Eyes es más De Palma que nunca, con todo lo bueno y todo lo malo que ello conlleva.
El inicio, con ese plano secuencia de casi 15 minutos, es maravilloso, historia del cine. Luego, lamentablemente, la cinta no consigue mantener del todo el nivel debido a lo algo torpe y engañosa manera de ir desentrañando el misterio a lo Rashomon del guionista David Koepp coronada con un innecesario epílogo (que también tiene otro plano secuencia menos espectacular) que se carga el “más o menos” tiempo real en el que iba transcurriendo la película.
De todos modos De Palma se luce en muchas escenas demostrando toda su maestría con la cámara (ese paseo aéreo por las habitaciones del Casino) y Nicolas Cage, en el momento más cumbre de su carrera (venía de Leaving Las Vegas, Con Air y La Roca) lo da todo y se echa a la espalda una película hecha por y para su lucimiento.
También destacar el buen hacer de Gary Sinise y Carla Gugino (nunca ha estado más guapa que aquí) y la curiosa y recordada banda sonora de Ryuchi Sakamoto. Además dura apenas 90 minutos, algo que cada vez es más difícil de ver en el cine actual y que es algo que agradezco.
En su momento no fue un gran hit pero a día de hoy es uno de los clásicos de final de siglo por méritos propios y porque ha aguantado mejor el paso de tiempo que otras obras coetáneas.
"Desde el punto de vista de Ramón"
Después de encandilar a público y crítica con su melancólico relato sobre un criminal que busca la redención y de arrasar la taquilla con la primera Mission Impossible de Cruise, Brian De Palma volvió a sumergirse en el género del suspense con vena hitchcockiana. En esta ocasión introduce al espectador dentro de un recinto de juego y corrupción donde un crimen desencadena la investigación que tiene a un detective corrupto en medio del huracán. Siguiendo la mejor tradición del género detectivesco se otorgan pistas que acaban adquiriendo sentido a medida que avance el metraje. Lo peor que se puede decir de la cinta, y que es la razón por la que no se le valore cómo se merece, es la resolución del caso. Aunque, según mi opinión, a De Palma le da igual cómo acabe la historia. Su interés es ofrecer otro de sus juegos de prestidigitador visual con el que embobar a los espectadores. Y lo consigue sin discusión.
Snake Eyes es uno de los mejores ejemplos en que la forma gana por KO al fondo. A pesar de que la primera vez que la vi no me gustó que el villano se descubriese a mitad de metraje y de que el final resulte forzado e incluso inverosímil (que precisión tiene Santoro para ir dónde se esconde Julia y que, en ese preciso instante, entre la bola y llegue la policía) creo que la historia sigue las normas del género y tiene una evolución acertada. Temas como la corrupción, el mercantilismo armamentístico, la especulación urbanística, el terrorismo, el hacer de la tragedia un circo mediático o la fragilidad de las apariencias se dan de la mano en este juguete de De Palma que vuelve a hablar sobre la redención.
Hay dos motivos por los que Snake Eyes resulta inolvidable. La primera es la electrizante puesta en escena de un De Palma en estado de gracia que no ofrece un segundo de respiro al espectador.
Cada escena de la película posee algún detalle vital para el desarrollo de la historia y la planificación describe el estado de ánimo y la personalidad de los personajes. Por ejemplo, aún a pesar de no gustarme el que se desvele al villano tan pronto he aprendido a valorar y admirar la manera en que lo define cómo tal el director, con una ligera inclinación en la imagen bañada por una luz roja intensa, enmarcándolo como alguien que ha bajado a los infiernos. Otro instante para el recuerdo es el travelling cenital que describe la distancia que separa al cazador (Dunne) de la presa (Julia) cruzando las diferentes habitaciones del hotel. Me gusta también cómo De Palma busca junto al director de fotografía Stephen H. Burum planos expresionistas con ayuda de las sombras de los personajes cuando están dialogando o en la resolución final, cuando Santoro descubre a Dunne a su espalda.
Encontramos las habituales secuencias en plano subjetivo que el director utiliza, sobre todo, cuando los sospechosos o testigos narran su testimonio de los hechos, sirviendo como elemento de suspense. En consonancia a esto, hay que alabar el uso que se le da a las diferentes pantallas de vigilancia, y cómo estas juegan un papel fundamental tanto para la trama como para el mensaje de la película, dejando claro que nada es lo que parece.
Ahora bien, si hay que mencionar una escena esa es la de apertura. Un plano secuencia de doce minutos de duración que sirve para poner en situación al espectador, ofrecerle pistas y presentar al protagonista. Se parte de una imagen que es una señal de televisión para, a continuación, mostrar otras dos pantallas que muestran diferentes puntos de vista del recinto donde tiene lugar la historia.
En la última entra el protagonista, Rick Santoro, y desde ese instante la cámara lo acompaña inseparablemente hasta llegar al combate estrella de la noche, que el director narra en off con el sonido de los golpes, siempre centrándose en la figura del detective y los personajes que van apareciendo a su lado. Un disparo pone fin a la secuencia dejando claro que toda ella ha servido como presentación del tablero donde se va a jugar una partida en tiempo real (antes que los federales lleguen y se ocupen del caso tienen cerca de 90 minutos, el tiempo de duración del film).
Dicho plano secuencia es de los mejores de la historia del cine y ya deja entrever los intereses de De Palma de querer volver a homenajear al maestro del suspense con una apertura al más puro estilo La Soga (al igual que aquella se pueden adivinar los cortes para crear la magia). Como todo buen relato de investigación, y de nuevo recordando la cinta de Hitchcock o algunas novelas de Agatha Christie, la película tiene una naturaleza teatral al desarrollarse en un único escenario, remarcando la sensación de asfixia y carrera contrarreloj que viven los personajes. La dualidad rubia/morena vuelve a estar presente a través del personaje femenino, lo cual remarca más aún el hecho de que las apariencias engañan. En definitiva, estamos ante un juego depalmiano clásico, donde se dan de la mano sus virtudes y señas de identidad.
El otro motivo por el que la película resulta inolvidable es la interpretación de un Nicolas Cage que por aquel entonces era oro para la taquilla (La Roca, Con Air, Cara a Cara). Cage se asocia a la locura desatada de De Palma creando un personaje que es dinamita. La primera aparición de Santoro dentro de una televisión presentándose ya describe su locura y verborrea, así como su afán de protagonismo. Rick Santoro es un huracán tan devastador como el que está azotando Atlantic City durante el combate. Corrupto, infiel, avaricioso, seguro de sí mismo, el Rey de la ciudad como él mismo llega a definirse. Pero también bueno en su trabajo. La investigación le sirve para abrir los ojos y ser consciente del mundo en que vive. Su idealizada y segura realidad se desvela tan manchada de sangre como el billete que lleva guardado durante casi todo el metraje. La historia de Snake Eyes es su camino hacia la redención. Y Cage lo borda, pasando de un personaje desatado que parece ir hasta las cejas de cocaína (recordando al Pacino de Scarface) mediante el que dar rienda suelta a todos sus recursos de sobreactuación (flipo siempre que se levanta anunciando ser el rey) a un investigador experimentado que sabe qué teclas tocar y dónde buscar las respuestas que necesita. Es de quitarse el sombrero cómo el actor mantiene la intensidad durante todo el plano secuencia, convirtiéndose en una extensión de los objetivos de De Palma en el film.
También me gustan y merecen mención Gary Sinise y Carla Gugino. El primero porque siempre ha sido un infravalorado actor de primera que retoma su rol de personaje con giro ¿inesperado? en la línea de Rescate. Y la segunda porque, además de representar a la perfección la belleza exuberante Depalmiana, se descubrió al gran público dejándolo tan embobado como a Cage cuando se sienta a su lado.
Como he citado al principio, creo que el punto flaco de la cinta es el guión, obra de David Koepp, quien colabora por tercera vez consecutiva con De Palma. No es un mal guión, sino que me molesta la resolución tan forzada y happy, quizás porque no querían volver a narrar una historia de redención con la muerte del protagonista como en Carlito´s Way. Aún así, gracias al epílogo se puede vislumbrar un cierto toque amargo, con un Santoro abandonado a las puertas de ir a la cárcel (aunque Julia dice que lo esperará) y las cenizas del estadio donde tuvo lugar el asesinato y la trama reconstruyéndose, dejando ver que el mal en forma de corrupción siempre renace. Otro detalle que me parece tramposo es el que se nos descubra que Julia apenas puede ver sin gafas, y sin embargo ha podido esconderse, ir al baño a lavarse, localizar una cazadora de su talla... en resumidas cuentas, sobrevivir bastante bien cuando se ha desencadenado la tragedia.
Aunque la cinta dejó fríos a gran parte de los espectadores y críticos con el tiempo se ha ido revalorizando, dejando para la posteridad su glorioso plano secuencia de apertura. Snake Eyes es otra muestra del gran talento de De Palma en la puesta en escena, quien realiza su propia Rashomon jugando con los testimonios y puntos de vista de los personajes. Y tenemos a Nicolas Cage desatado en sus mejores años. En el juego, los ojos de serpiente hacen que la banca gane, pero en esta ocasión los que salimos ganando somos los espectadores.
"Desde el punto de vista de Rodi"
Snake eyes es uno de los films más infravalorados de Brian De Palma, y es una lástima porque es uno de los más entretenidos y divertidos de su carrera, donde el maestro da toda una lección de dirección.
La película recibió unas pésimas criticas en su estreno, creo que porque la mayoría no aceptó la propuesta que nos presenta el director, quien sólo quiere jugar y que nosotros formemos parte del juego (de hecho, la película termina con unos obreros desmontando el estadio/decorado donde tuvo lugar la historia). Snake eyes no es más que una excusa en manos de De Palma para utilizar todos los recursos visuales y narrativos que tiene en su haber para hacer avanzar la historia y que ésta siempre resulte entretenida (y también para divertirse él mismo). Sólo así se justifica ese increíble, pero innecesario picado, que muestra varias habitaciones de un hotel mientras Dunne intenta dar con Julia. Aunque otros, como la utilización de la pantalla dividida tiene sentido, al ser una película que muestra varios puntos de vista. Snake eyes es un prodigio de puesta en escena, un tour de force constante, donde el director se reta a sí mismo a un más difícil todavía, es decir, una gozada para todo amante del cine.
Pero la pièce de résistance de la película es el impresionante plano secuencia inicial de 12 minutos, cuya función está de lo más justificada, De Palma nos muestra la vida sin cortes, algo que fluye de forma continua, pero de pronto sucede algo horrible, un asesinato y bam, se rompe la estructura de la película, a partir de entonces se pasa a planos más cortos y a un montaje convencional, el horrible asesinato ha roto la vida de las personas que se ven implicadas en él y también el estilo narrativo de la película. Es sencillamente perfecto.
La película trata de un hombre a un paso del lado oscuro (interpretado por un enérgico Nicolas Cage) y como su conciencia es puesta a prueba. Santoro tiene un dilema en la ciudad del pecado, un lugar lleno de seres corruptos como él, pero por una vez hará lo correcto, ya que por muy malo que sea, tiene unos límites y un código moral. Snake eyes es el camino a la redención de un personaje que en el fondo no sabe que es bueno. Como el propio De Palma decía antes, el casino es la representación del infierno, un lugar en el que no hay posibilidad de escape o redención (donde la casa siempre gana), y es que sobre el relato sobrevuela una aureola bíblica y podemos encontrar en él varias referencias religiosas, como ese centro de control con cientos de pantallas como una entidad omnipresente, la ola gigante como la ira de Dios, Lincoln se convierte en un Judas al traicionar a Santoro, la cámara-ojo que todo lo ve desde las alturas a modo de ojo de Dios, etc.
La tecnología y su uso es uno de los temas recurrentes en la obra de De Palma. Aquí las cámaras son un personaje más de la película, y están presentes en todo momento, como por ejemplo, la introducción de Rick a través de una pantalla de televisión, una cámara le da a Rick la respuesta del crimen, éste halla a Julia gracias a las pantallas del puesto de vigilancia del casino, y Dunne muere en directo ante una cámara.
Y también están presentes otras de las constantes de su cine, como la traición de una amistad, la doble identidad, el uso de disfraces, y no falta la influencia de Hitchcock (vemos la sombra de La soga en el plano secuencia y de Vértigo con el juego de rubia/morena de Julia).
Pero hay otros detalles a lo largo de Snake eyes que hacen de ésta una película más interesante de lo que pueda parecer a primera vista, y es que De Palma se guarda varios ases bajo la manga. Como el uso de color rojo para reflejar el tormento (y dramática decisión) de Kevin Dunne cuando tiene que eliminar a sus hombres, el utilizar un plano subjetivo para contar algo que es mentira (el director juega con la idea preestablecida que damos por sentado que si vemos algo desde el punto de vista de un personaje tiene que ser cierto) o la sangre en el billete que Santoro observa mientras tratan de sobornarlo (poniendo literalmente ante él dinero manchado de sangre).
El director cuida todos los detalles por pequeños que sean, como por ejemplo, cuando mete a Julia en el mismo plano en el que Dunne persigue a la mujer pelirroja, si nos fijamos, ella aparece en el lado derecho de la pantalla cuando ambos suben las escaleras, básicamente porque es ahí donde está (y así será testigo de lo que hace Dunne). Y del mismo modo, cuando Rick observa a la chica con el cartel con el número 7, podemos ver detrás al terrorista escondido durante menos de un segundo. El director nos va dejando todas las pistas para resolver el crimen.
Lo único que no funciona es su circense final, muy en la línea de En nombre de Caín (1992), un cúmulo de demasiadas casualidades que no se sabe muy bien de donde vienen.
Snake eyes es un excelente relato de suspense con un gran misterio detrás, que se va resolviendo de la forma más entretenida posible. La película es en manos de un juguetón De Palma un circo de tres pistas, convertido en un espectáculo más grande que la vida. Es una lástima que uno de sus trabajos más lúdicos y mejor filmados, no esté lo suficientemente valorado. Sigan este consejo, apuéstenlo todo a De Palma, porque una cosa es cierta, en Snake eyes la casa siempre gana.
CURIOSIDADES
La frase que grita el borracho "Ya llega el dolor", ("Here comes the pain" en la versión original) también es dicha en Atrapado por su pasado (1993), otra película de Brian De Palma.
Al rodar la secuencia eliminada de la ola gigante, Carla Gugino contrajo una neumonía.
La única de las tres película que De Palma hizo para la Paramount que no es una adaptación de una serie de televisión.
El alcalde que le da un premio al valor a Santoro al final de la película, era el auténtico alcalde de Atlantic City, James Whelan.
Fue escogida por "Cahiers du Cinema" como una de las 10 mejores películas de 1998.
La voz que se oye diciendo al final de la película, "¿Qué hay de la cocaína?" es la de Brian De Palma.
Los 12 primeros minutos de película corresponden a un plano secuencia filmado que crea la ilusión de un único plano, aunque en realidad tiene varios cortes ocultos. Dichos cortes se producen en los siguientes momentos:
1ª corte (2' 37"): Rick está delante de unas pantallas de televisor unas personas pasan por delante de la cámara.
2ª corte (4' 18"): Rick comienza a bajar las escaleras persiguiendo a Cyrus.
3ª corte (6' 01"): Rick a grita a Tyler cuando el boxeador pasa por delante de él.
4ª corte (7' 03"): Rick grita, "!Ahí está!" a Dunne y la cámara hace un barrido.
5ª corte (9' 49"): Dunne mira a la mujer pelirroja y la cámara hace un barrido.
6ª corte (12' 11"): Justo antes que Rick grite "¡Bien, eres un diablo del mar!"
7ª corte (12' 29"): El borracho grita "Ya llega el dolor", y la cámara hace un barrido hasta Rick.
Según Kevin Dunne, el hecho que el personaje de Gary Sinise se llamase Kevin Dunne causó confusiones entre ambos durante el rodaje. A Dunne le dieron una suite en el ático de un lujoso hotel para alojarse durante el rodaje, pero descubrir más tarde que se trataba de un error y que era la de Sinise. Al final Dunne tuvo que alojarse en una cadena de hoteles.
En los agradecimientos de los créditos finales se incluye a Richard Santoro (como el personaje de Nicolas Cage en la película).
En un momento de la película Dunne le dice a Santoro que si no le dice donde está Julia, terminará perdiendo su trabajo, a su mujer, a su novia y que irá a la cárcel, e irónicamente es lo que le sucede al policía al final de la película.
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