A la caza
Este artículo contiene spoilers no leer si no se quieren conocer partes esenciales de la trama de la película.
Un policía de Nueva York tiene que infiltrarse en el mundo del s/m gay para atrapar a un asesino en serie que está matando a homosexuales, para ello deberá aprender sus reglas.
El productor Philip D'Antoni fue quien primero se interesó por realizar A la caza (Crusing, 1980), adaptación de la novela "Cruising", escrita por el periodista Gerard Walker en 1970 y para ello le ofreció el proyecto a William Friedkin, a quien le había producido The french connection (1971). El director leyó la novela, pero no le interesó y pasó del proyecto. D'Antoni se lo ofreció entonces a Steven Spielberg, para quien A la caza sería su debut en el cine.
Aquí se produce una curiosa anécdota, mientras buscaba localizaciones para su película, Spielberg se encontró casualmente en un hotel de Nueva York con Brian De Palma que estaba allí con su novia de por aquel entonces, Margot Kidder (la famosa Lois Lane de Superman). De Palma se unió a Spielberg y un productor que le acompañaba en busca de localizaciones a una sauna gay. Así fue como ambos directores se conocieron e iniciaron una amistad que dura hasta el día de hoy.
Y para redondear la curiosidad, De Palma también estuvo interesado en llevar al cine A la caza. Escribió un guión que incluía varias tramas adicionales más allá de la investigación policial principal. Pero al final tuvo que desestimar la idea porque sus productores no consiguieron los derechos de la novela, propiedad de D'Antoni. Varias de las ideas que desarrolló para A la caza terminaron formando parte de Vestida para matar (1980), como la historia de una madre de familia que ronda los museos intentando ligar y la de un hombre que nunca se separa de su cámara. Además Vestida para matar también incluye a un asesino en serie con problemas con su sexualidad.
D'Antoni y Spielberg desarrollaron el proyecto durante un tiempo, pero al final no encontraron a ningún estudio que quisiera hacerse cargo de él. D'Antoni tiró la toalla con la adaptación y le vendió los derechos a Jerry Weintraub, quien le ofreció el proyecto de nuevo a Friedkin. Aunque el director seguía sin tener interés por él, una serie de hechos le hicieron cambiar de opinión. Primero, en los 70 se cometieron una serie de asesinatos no resueltos en bares gay de Nueva York. Por otro lado, el director conoció al policía Randy Jugerson, que había trabajado como policía encubierto (como Pacino en la película) en una serie de asesinatos anteriores en la comunidad gay. Friedkin conocía a Paul Bateson, ayudante de radiología que había tenido un pequeño papel en El exorcista y que fue acusado del asesinato de un crítico gay de cine, cuando el director lo supo, decidió hacerle un visita para desarrollar así el asesino de su guión. Una vez encarcelado de por vida, Bateson insinuó que él era el responsable de algunos de aquellos asesinatos investigados por Jugerson, aunque nunca se pudo demostrar. Todo esto hizo que Friedkin se decidiese a aceptar el proyecto y le diese forma al guión, basándose libremente en el libro de Walker.
El rodaje comenzó en julio de 1979 en diferentes localizaciones de Nueva York con un reparto encabezado por Al Pacino como protagonista y secundado por Paul Sorvino, Karen Allen, Richard Cox, Don Scardino, Joe Spinell y en pequeños papeles, los por aquel entonces desconocidos Ed O'Neill (series Matrimonio con hijos y Modern family), William Russ (serie Yo y el mundo), James Remar (Límite: 48 horas), Mike Starr (Dos tontos muy tontos) y Powers Boothe (La selva esmeralda). Aunque la primera elección para el papel protagonista fue Richard Gere, ya que el director creía que Gere le añadiría un punto andrógino al personaje, algo que (acertadamente) beneficiaría al personaje.
Sabiendo de la adaptación al cine de la polémica novela, miembros de la
comunidad gay de Nueva York realizaron protestas contra la película,
haciendo manifestaciones en los lugares de rodaje. Usaban espejos que
apuntaban desde los tejados para arruinar la iluminación y tocaban
silbatos y bocinas para que el equipo no pudiese grabar el sonido en
directo. Las
manifestaciones siguieron incluso durante el estreno de la película en cines.
Para conseguir el mayor realismo posible en las secuencias de los bares gays, Friedkin decidió rodar la película en auténticos locales gay y hacer que los extras que aparecen fueran hombres asiduos a ese tipo de locales y recibieron la instrucción de comportarse tal y como lo harían normalmente.
El montaje original de la película era de 140 minutos y contenía escenas de sexo gay explícito. Ese montaje obtuvo la calificación "X" por la MPAA. Friendkin tuvo que reeditar hasta 50 veces la película eliminando prácticamente todo el material explícito (algún plano subliminal se mantuvo) hasta que la MPAA aprobó la calificación "R" deseada. Los continuos remontajes tuvieron un coste de 50.000 dólares y se llegaron a cortar hasta 40 minutos la película. Según Friedkin todo el metraje eliminado no afectó a la trama principal y la mayor parte del mismo estaba relacionado con escenas en los clubes con Pacino observando y con la insinuación de que él pudo haber participado en algunas prácticas sexuales. Aunque según el director, se perdieron de esta forma misteriosos giros en la trama y además mostraba mucho más clara la idea de que el personaje de Pacino se pudiera convertir en un asesino. Se considera que todo ese material inédito fue destruido por su productora, la United Artists y que se ha perdido para siempre.
Pese a toda la publicidad gratuita que le produjo la polémica en la que se vio envuelta, la película tuvo sólo un correcto devenir comercial con
19.798.718 de dólares recaudados en EE.UU.
La película fue el comienzo del fin para Friedkin, tras A la caza, sólo realizaría una película destacable, Vivir y morir en Los Angeles (1985). Desde aquí todo sería cuesta abajo y atrás quedarían los tiempos en los que rompía moldes y reinventaba géneros a cada película. Se comienzan a notar en A la caza algunas de las constantes de su cine posterior, como un feísmo en la imagen, el uso de horribles zooms, un pésimo sentido del montaje y vacío donde él cree inyectar trascendencia.
A la caza acumula varios errores que lastran al film. El primero y más importante, es que no funciona como película policiaca, su devenir carece de interés, todo se
limita a una sucesión de escenas de Pacino dentro de clubs s/m gays
presenciando todo tipo de prácticas sexuales. El personaje del Capitán Edelson es
un cliché y algunas de sus intervenciones rozan el ridículo
(principalmente a causa de un mal guión), como su primer encuentro con
Pacino y las preguntas que le hace al agente o su primera escena en la
morgue donde sus diálogos y deducciones no parecen propias de un capitán
de la policía. También chirría la escena del interrogatorio en la que
un hombre de raza negra entra mediodesnudo en la habitación y golpea a Pacino, el intento por dar un aire surrealista
a la escena y descolocar al público termina cayendo en el ridículo. La trama de los dos travestis con los que empieza la película no va a ninguna parte. Y la personalidad del asesino no está bien definida y resulta confusa.
Además
la relación de Burns (un correcto Pacino) y su mujer no está del todo bien llevada, en un
momento de la película ambos tienen una discusión que provoca su
separación, en la que ella alega que él ya no la desea, pero eso nunca nos es mostrado, en la anterior escena juntos,
ambos aparecen practicando sexo y aunque él parece un poco
ausente no es suficiente para hacer creíble que en la siguiente escena
rompan su relación, es demasiado precipitado y debería haber más escenas
entre ambas que hicieran llevar la historia hasta ese punto y la
desarrollase mejor.
En lo que sí acierta la película es en la recreación de un mundo malsano y sórdido, ahí Friedkin se mueve
como pez en el agua y consigue adentrarse en un mundo desconocido y mostrarlo de una forma realista y al mismo tiempo fascinante. Se nota que el
director intenta conseguir la máxima verosimilitud en las secuencias que
acontecen dentro de los clubs y logra transmitir la sensación de estar realmente en esos locales underground. A lo que también ayuda el marco histórico en el que se sitúa la historia, el del sexo antes del SIDA, cuando Nueva York era la ciudad más peligrosa y oscura (como nos mostraron El justiciero de la ciudad o The Warriors) y el final de la década de los 70, con toda su violencia, suciedad y desencanto por la sociedad.
Además la película posee detalles y momentos a tener en cuenta, que permiten que ésta no quede en el olvido. La irónica escena de Pacino echado de un club por no ir disfrazado de policía como el resto de la gente. El cruce de miradas entre el policía y otro agente interpretado por Joe Spinell en pleno Central Park, donde los gays acuden para el cruising (ambos ya habían coincidido de forma casi subliminal en uno de los clubs). Y la memorable secuencia de la explicación del uso de los pañuelos en el entorno gay.
El (excelente) final de la película puede entenderse de
dos formas distintas, por un lado es posible, que Gregory, el novio de
Ted, asesinase a éste (desde el principio nos es mostrado como un
personaje violento y negativo). Pero por otra parte, es más probable y mucho
más interesante, que fuese Burns quien matase a su amigo, primero presenciamos su enfrentamiento con Gregory y después su ataque al serial killer que persigue, lo que nos da a entender que es una bomba a punto de estallar. El viaje de Burns al lado oscuro es un viaje sin retorno, todo lo vivido durante la película lo terminan convirtiendo en un asesino. Y cuando llega al final, las inclinaciones homosexuales que había estado reprimiendo hasta entonces, se traducen en una explosión de violencia, matando a Gregory, por quien siente algo más que amistad. La imagen final de película es la metáfora perfecta de lo sucedido, la mujer de Burns
vistiéndose con la ropa que el policía solía llevar en los locales gay (el fruto de su deseo se ha transformado) y
acercándose hacia él, oyéndose sólo sus pasos fuera de plano mientras él se mira al espejo (la culpa atormentándole). Una
sutilidad inesperada en un film siempre excesivo.
Curiosidades:
El título original de la
película, Cruising, es un juego de palabras, por un lado significa
patrullar, pero también se utiliza en el argot gay para referirse a la
búsqueda de encuentros sexuales entre homosexuales en lugares públicos.
Recientemente el actor James Franco ha estado interesado en realizar
una nueva versión de la película, pero ante la imposibilidad de
conseguir los derechos decidió hacer algo distinto, recrear los 40
minutos de película perdidos, rodando las escenas tal y como se supone
fueron rodadas, sin eliminar un ápice las escenas de sexo gay real, para
ello hablaron con varios extras que participaron en la película. Franco
ha contado con el director de cine porno gay, Travis Mathews para
llevar su visión a buen puerto. La película se rodó en tan sólo 2 días y
se verá primero en una galería de arte, antes de ser estrenada en 2013.
La banda punk "The Gems" llego a componer 5 o más canciones para la película, pero al final sólo se incluyó el tema "Lion's Share".
A
Karen Allen nunca se lo mostró el guión antes de trabajar en la
película. Friedkin decidió hacerlo así para que la actriz permaneciese
al igual que su personaje, ajena a lo que le sucediese al personaje de
Pacino como policía encubierto.
En las secuencias de
los asesinatos del hotel (al comienzo de la película) y el de la sala
privada de cine porno, Friedkin inserta planos subliminales de películas
porno gay donde se muestran penetraciones reales.
Friedkin
quedó tan impresionado con James A. Contner como operador de cámara que
le dio la oportunidad de debutar como director de fotografía en esta
película. Contner en un primer momento quiso rodar la película en blanco
y negro ya que creía que encajaba mejor con el mundo del s/m.
La película fue nominada a los premios Razzie en las categorías de peor película, director y guión. No ganó ninguno.
Labels: cine 80's, películas de culto