Saturday, March 01, 2014

Las brujas de Eastwick

"¡Maleficio!"
Este artículo contiene spoilers, no leer si no se quieren conocer partes esenciales de la trama de la película.
Hasta la idílica ciudad de Eastwick llega un misterioso extranjero de nombre Daryl Van Horne, justo en el momento en que tres mujeres del lugar hablan sobre como sería su hombre perfecto. Una a una serán seducidas por el nuevo habitante de Eastwick, quien esconde un diabólico secreto.

RODAJE INFERNAL
Las brujas de Eastwick (The witches of Eastwick, 1987) está basada (libremente) en la novela homónima de John Updike publicada en 1984. Esta historia de brujas y demonios llamó la atención de los productores Neil Canton, Jon Peters y Peter Guber, quienes compraron los derechos de la novela con intención de llevarla al cine. Y tuvieron la gran idea de dejar la adaptación en manos del ganador del Pulitzer, Michael Cristofer. Y después tuvieron una idea todavía mejor al ceder la dirección de la película al gran George Miller (trilogía Mad Max).
El papel de Daryl Van Horne fue ofrecido inicialmente a Bill Murray, pero tras su negativa pasó a Jack Nicholson, quien se tomó muy en serio su cometido de interpretar al Diablo, llegando a leerse numerosos libros sobre brujería medieval o el popular "Infierno" de Dante. Miller y Nicholson hicieron buenas migas durante el rodaje y la participación del actor fue decisiva para llevar la película a buen puerto, el director llegó a declarar sobre Nicholson "hizo todo lo que podía para hacer la mejor película posible."
A la hora de reclutar a las brujas para este aquelarre, se tantearon nombres como los de Anjelica Huston (quien llegó a hacer una prueba para el papel de Alex) y a Pam Grier para un rol el cual no ha trascendido. Pero al final las elegidas fueron Cher, Susan Sarandon y Michelle Pfeiffer, ésta última consiguió su papel gracias a su amigo, Wally Nicita, director de casting de la Warner.
El pueblo de Little Compton (Rhode Island) fue el elegido para dar vida a Eastwick, pero se toparon con que en el pueblo regía una congregación religiosa que no vio con buenos ojos que es un pueblo se rodara una película sobre brujas y el demonio. De modo que las brujas tuvieron que coger sus escobas e irse volando hasta Cohasset (Massachusetts), pueblo que acogió finalmente el rodaje.
El rodaje de Las brujas de Eastwick fue uno de los más tensos y problemáticos de los 80. Las discrepancias se produjeron principalmente entre el director y los productores. Según explicaba Miller "tuvimos productores disfuncionales en Peter Guber y Jon Peters. Y todavía no sé por qué, pero todo fue una locura. Recuerdo un fin de semana que Aliens acababa de estrenarse y fue un gran éxito y de repente Peters estaba diciendo 'Tengamos una escena de terror como la del alien.' Y entonces, al siguiente fin de semana, cualquiera que fuera la número uno en la taquilla, él quería algo de eso. No había lógica en ello, era como un niño en una tienda de caramelos que no sabe que caramelo coger."
Miller declaró que la única razón por la que permaneció al pie del cañón fue Nicholson, quien le enseñó como funcionaba la industria de Hollywood. Las brujas de Eastwick era su primera película en Hollywood y no estaba familiarizado con la forma de trabajo de los estudios. Durante una reunión entre Miller y los productores en la que se buscaban formas de reducir el presupuesto de la película, que por lo visto iba a ser bastante alto, Miller se prestó voluntario para prescindir de su trailer, porque el director normalmente se pasaba todo el tiempo en el set durante los rodajes y no solía usarlo. En el lenguaje de los estudios de Hollywood, este ofrecimiento fue tomado por los productores como que Miller era alguien fácil de manipular. A partir de ese momento todo se complicó, si Miller pedía 200 extras, sólo aparecían la mitad. Si pedía tres cámaras para rodar una escena, sólo recibía una.
La situación se volvió insostenible, pero Nicholson aconsejó a Miller en como debía comportarse y tratar a los productores, si el director no conseguía lo que pedía, lo único que tenía que hacer era abandonar el set en el momento en el que llegaran los productores. Cosa que hizo y los productores jamás se volvieron a presentar en el rodaje. Pero éstos quisieron contraatacar reemplazando a Miller por otro director, pero Nicholson intermedió, alegando que si lo despedían, él también se iría de la película.
Pero los problemas no terminaron ahí, los productores se empeñaron en llenar la película de sofisticados efectos visuales. Miller no quería que los efectos dominasen el desarrollo de la película y quería realizar el menor uso posible de ellos, pero los productores pensaban de forma opuesta. "Asumieron que los efectos eran algún tipo de seguro y por eso querían más y más" afirmaba Miller. El gerente de la ILM, compañía encargada de los efectos visuales de la película, estaba de acuerdo con Miller "no necesitas efectos especiales, ¡tienes a Jack Nicholson!" le llegó a decir. El incluir secuencias con efectos alteró la visión que Miller tenía de la película (además de incrementar su presupuesto), cuantos más efectos se empeñaban en introducir los productores, más se alejaba la película de la pequeña comedia negra que Miller había ideado.
Eso sí, el film hace gala de unos excelentes efectos para la época, como lo demuestran la recordada secuencia el partido de tenis, en el que la pelota adquiere vida propia o la escena final en la que Nicholson se convierte en el diablo, antes comentada.
La primera escena se consiguió filmando una pelota de tenis real girando contra terciopelo negro mediante control de movimiento, para después filmar el material resultante mediante un soporte de animación y así conseguir que la pelota hiciese lo que los magos de la ILM quisieran. Como las actrices resultaron ser bastante inexpertas jugando al tenis, prácticamente se tuvo que animar la pelota en casi todos los planos.
Para la segunda escena, el experto en efectos de maquillaje Rob Bottin (Desafío total), creó varias marionetas y Miller escogió una que le permitiese rodar a plena luz del día, lo que fue un verdadero quebradero de cabeza para la ILM.
La tensión del rodaje afectó a las actrices principales, quienes llegaron a estar al borde del llanto en varias ocasiones. Algunas situaciones sólo se pueden describir como surrealistas. De entrada, Susan Sarandon fue contratada para interpretar a Alexandra, pero a Cher le ofrecieron el mismo papel (y se lo terminaría llevando) y Sarandon no descubrió que su papel sería el de Jane hasta poco antes de comenzar el rodaje. La protagonista de Los búfalos de Durham recuerda su experiencia así "habría tenido grandes problemas legales [si me hubiera salido del proyecto], y así que entonces decidí hacer el mejor trabajo que pudiese y pasar un buen rato, porque es sólo una película. Toda la situación era muy difícil de manejar. (...) Tener que sentarte y ensayar por dos semanas, cuando no tienes un papel y otra persona lo está haciendo, es una especie de una situación extraña."
Michelle Pfeiffer declaró que "fue una de las películas más difíciles que he hecho, pero también fue una de las experiencias más ricas." Irónicamente las actrices tuvieron que hacer piña para enfrentarse a sus verdaderos demonios (los productores) fuera de la pantalla. Cuando Cher, para rodar una escena, tuvo que meterse en la cama con un montón de serpientes, soltó un irónico "¿Cual de ellas es Jon Peters?" Al final fue el diablillo de Nicholson quien estuvo allí para ayudarlas y apoyarlas. Incluso en sus días libres se quedaba en el set para ensayar sus frases con ellas.
Para complicar más las cosas, Cher se convirtió en un grano en el culo para el director. La cantante, que tenía una corta experiencia como actriz, tuvo los ademanes de una diva durante toda la filmación. Por ejemplo, en la secuencia en la que Nicholson intenta seducirla en su habitación, ella arruinó la escena una y otra vez, lo que hizo crispar los nervios del equipo. En la toma que terminaron usando, al final de la escena ella tenía que entrar en una zona iluminada por el director de fotografía, pero no lo hizo, Nicholson sin perder nunca la calma y sin salirse del personaje, la movió para que entrara en la zona iluminada de forma tan sutil que la escena quedó perfecta.
Existieron también discrepancias con el final previsto, que no fue del agrado del público en los pases de prueba. En el final original las tres brujas simplemente descubrían que Nicholson era el diablo. Dicha secuencia se cambió por una en la que Nicholson se convierte en un demonio gigante que hace añicos su casa, que fue una idea en la que se emperró Jon Peters. Miller lo tenía claro "trataba de decir, gente esto no va a funcionar, esto es un disparate." Sobra decir que la escena es uno de los peores momentos de la película, que siembra más desconcierto que otra cosa.
La desagradable experiencia de Las brujas de Eastwick afectó a Miller, quien perdió el interés por hacer películas. "Para mí, el cine es un pasatiempo, no una vocación, es triste decirlo, "Brujas" me hizo perder mi curiosidad por ello. Hice la promesa de no dirigir otra vez hasta que fuera 'llamado', ser movido por un impulso artístico en lugar de la necesidad de un trabajo" declaró tristemente el director.
Pero no todo fue negativo, le película fue un gran éxito de taquilla, su recaudación en los EE.UU. fue de 63.766.510 de dólares (la décima película más taquillera del año en su país de origen). Y la Academia la nominó al Oscar en las categorías de mejor banda sonora (John Williams) y mejor sonido (Wayne Artman, Tom Beckert, Tom E. Dahl y Art Rochester), aunque no se llevó ninguna estatuilla.

VALORACIÓN
Las mujeres de la película no son brujas por fruto de la casualidad y el hombre del relato es un demonio por ninguna otra. Es la lucha de sexos llevada hasta sus últimas consecuencias. Y la película nos habla de ello con una gran lucidez. El Diablo las conquista, les da todo lo que necesitan, pero al final cuando las cosas se complican ellas le dan la espalda, ¿no hacen eso siempre las mujeres? Él sufre e intenta recuperarlas, es él quien ha puesto más de su parte y termina obsesionándose con ellas ¿no hacen eso siempre los hombres?
La secuencia en la que Alex intenta reconciliarse con Daryl mientras éste plancha su ropa, es la que define a la película, Daryl (el hombre) se siente destrozado porque las mujeres que ama le han dejado (las tres son un compendio de casi todos los arquetipos de mujeres, la independiente, fuerte y segura de si misma, la apocada que no tiene una buena opinión sobre si misma, pero que esconde un volcán en su interior y la soñadora y madre de familia), sólo quiere estar con ellas, que le devuelvan todo el amor que él les ha dado, en definitiva que se esfuercen por él, tanto como él se esforzó por ellas. Y al verlo es imposible no verse reflejado (por lo menos desde una óptica masculina), al final el que sea el Diablo no es más que un macguffin, en el fondo sólo se trata de un hombre esperando ser querido por quien más quiere. Y eso es lo que hace grande a Las brujas de Eastwick habla de las relaciones entre parejas de una forma acertada y madura, de una forma divertida y realista, que da en el blanco como pocas películas han hecho.
El personaje de Felicia viene a ser la representación de la corrección y su enfrentamiento con Daryl y las chicas, se convierte en todo un discurso sobre la lucha entre el conservadurismo y el progreso, entre la (falsa) moralidad y la depravación, entre las ataduras de la sociedad y la libertad, entre la virtud y el pecado, en definitiva la lucha entre el bien y el mal. Y viendo como acaba el personaje, la película con muy mala leche se postula hacia uno de los dos lados.
El film habla también sobre la liberación sexual, cuando las chicas comienzan su relación con Daryl toda la gente del pueblo (puritana e hipócrita) las considera unas putas y las juzgan sin saber lo que hacen realmente (y sin que eso tenga que importarles). Al final se crea una caza de brujas moderna, mostrando que en realidad los tiempos no han cambiado tanto (por eso es muy acertado el diálogo previo entre Daryl y Jane sobre el origen de las cazas de brujas).
Las actrices están excelentes en sus papeles, tal vez Susan Sarandon se lleva el personaje menos interesante de las tres brujas, Jane es la más débil, la más dependiente de los hombres y también el personaje más cliché de las mujeres, pero Sarandon consigue hacerla creíble y brilla en varias escenas. Veronica Cartwright se convierte en toda una robaescenas. Y Nicholson por su parte está excelente, puede que muchos consideren que la suya es otra de sus interpretaciones sobreactuadas, pero creo que le queda genial al personaje y éste está lleno de matices (a veces es histriónico, otras grotesco, cuando quiere seductor, a veces zafio y otras inteligente), sólo hay que ver como seduce a cada una de las mujeres, mostrando una cara diferente del personaje con cada una de ellas, pero siendo siempre Daryl Van Horne.
Otro de los grandes aciertos de la película fue fichar al gran John Williams para componer la banda sonora, como es habitual en él, no defrauda y crea una banda sonora increíble, que encaja a la perfección con la película y le hace ganar puntos.
La película posee un endiablado sentido de la maravilla y se convierte en un sucesión de escenas brillantes, tanto a nivel guión como de dirección. Simplemente hay que recordar el fabuloso diálogo cuando Daryl intenta seducir a Alex en su habitación, la sensacional escena en la que toda la gente intenta recordar el nombre de Daryl, pero misteriosamente nadie lo consigue y que termina con el accidente de Felicia, la secuencia de Jane dando clase a sus alumnos y haciéndoles sentir la música por primera vez, la de Felicia vomitando miles de pepitas de cereza o la de Daryl en su coche mientras las chicas hacen vudú con él.
No todo es perfecto en la película, ésta utiliza sus mejores trucos en la primera mitad y comienza a perder interés en el momento en que las brujas y el demonio se separan. Cuando los personajes se reconcilian parece que la película vuelve a cobrar vida, pero es sólo algo temporal ya que de pronto el relato pierde el norte, por un lado las brujas, quienes nunca han demostrado tener ningún conocimiento sobre magia (sólo un breve instante que sin saber como logran volar, pero que jamás se desarrolla posteriormente) crean con todo conocimiento de causa un hechizo para expulsar a Daryl de sus vidas y por otro lado éste termina convirtiéndose en un demonio gigante antes de desaparecer. Este caos en el que se convierte la película en su final, es donde posiblemente se reflejan los problemas durante su filmación y estropea el conjunto del film, aunque no tanto como para alterar demasiado la opinión sobre el mismo.
Lo más increíble es que con todo en contra, Miller consiguiera realizar una película tan sobresaliente, no es un film perfecto, pero sí uno realmente interesante y aunque la idea inicial era realizar una producción más pequeña, las secuencias más espectaculares no molestan demasiado, incluso algunas son excelentes (el partido de tenis, Daryl y su coche). Las brujas de Eastwick parece haber caído en un maleficio desde su estreno que la ha condenado a ser una de las películas más infravaloradas de los 80 y a caer prácticamente en el olvido. Una injusticia, que debería resolverse sin sortilegios, simplemente disfrutando de este ménage à quatre lleno de diálogos diabólicamente geniales, brujas que hechizan con su mera presencia, el diablo más humano y cercano que haya visto el cine y un director que parece haber vendido su alma para rodar tan bien. Dadle una oportunidad, Las brujas de Eastwick seguro que os encantará (en toda la extensión de la palabra).

Curiosidades:
Jack Nicholson cobró 6 millones de dólares por trabajar en la película. Cher por su parte cobró 1 millón.
El compositor John Williams fue quien dobló el suspiro de Nicholson en la escena en la que mete su mano en helado para aliviarse el dolor.
Algunos de los habitantes de Cohasset, pueblo donde se rodó la película, trabajaron de extras.
Hubo dos grandes escenas de efectos visuales que quedaron en el olvido, por un lado Bottin creó un animatronic de tamaño natural replica de la actriz Veronica Cartwright, para la escena en la que vomita los huesos de cerezas. Este animatronic podía estar vomitando durante más de un minuto sin parar y realizar todo tipo de movimientos, pero la secuencia resultó demasiado fuerte para el público y todo el material rodado con el animatronic tuvo que ser cortado. La otra escena era el plano inicial de la película en el que la cámara sobrevuela el pueblo de Eastwick. Inicialmente ese plano incluía una gaviota volando delante de la cámara. La idea era usar un pájaro tipo taxidermista e introducir un animatronic dentro, pero estaba prohibido poseer una gaviota muerta en California y tuvieron que descartar esa opción. Entonces decidieron crearla a modo de marioneta, que era movida por diez titiriteros simultáneamente y tardaron semanas de trabajo intentando perfeccionar los movimientos del ave, para que al final se descartara porque se dieron cuenta que el pájaro resultaba demasiado molesto al insertar los créditos.
La película tuvo tres adaptaciones en forma de serie de televisión, The witches of Eastwick (1992) que no pasó de su piloto, Eastwick (2002) que corrió la misma suerte y Eastwick (2009) que sólo duró una temporada. Veronica Cartwright tuvo un papel en esta última.
La obra de Updike conoció también de una adaptación teatral en el año 2000.
La frase que recita Daryl "Una mujer es un agujero, ¿no es eso lo que dicen? Todo la vanidad del mundo se vierte en ellas" pertenece al libro "El ser y la nada" de Jean-Paul Sartre.
Después de que en los pases de prueba el final no gustase al público se filmaron varios finales distintos.
En 2008 John Updike escribió una secuela de su novela titulada "Las viudas de Eastwick".
Sam Mercer recorrió más de 3.000 kilómetros por el noreste de los EE.UU. buscando el pueblo adecuado para acoger la producción. Los dos principales criterios que marcaron la búsqueda fueron, que el pueblo tuviera una iglesia blanca y un pequeño distrito comercial.
La pieza que Daryl Van Horne toca con su violín es "Caprice nº 16 en G menor" de Paganini.
La película ganó el BAFTA a los mejores efectos visuales (Michael Lantieri, Michael Owens, Ed Jones y Bruce Walters). Fue nominada a los premios Hugo en la categoría de mejor presentación dramática (George Miller, Michael Cristofer y John Updike). Y en los premios Saturn fue nominada en las categorías de mejor película de fantasía, mejor actriz (Susan Sarandon), mejor actriz secundaria (Veronica Cartwright), mejor guión (Michael Cristofer), mejor música (John Williams) y mejores efectos visuales (Michael Lantieri y Industrial Light and Magic), ganando en la categoría de mejor actor (Jack Nicholson).

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