Este artículo contiene spoilers, no leer si no se quiere conocer partes esenciales de la trama de la película.
Un hombre se muda a un apartamento en París, y pronto comienza a sospechar que sus vecinos tratan de matarle.
LA EXTRAÑA COMUNIDAD
El primer director interesado en adaptar al cine la novela "Le Locataire chimérique", que Roland Topor publicó en 1964, fue Jack Clayton (Suspense). Cerca de 1969, trató de dar luz verde al proyecto bajo el amparo de la Universal, y con guión de Edward Albee, pero la película no llegó a buen puerto.
En 1971, Paramount se hizo con los derechos de la novela de Topor, por mediación de Clayton, quien quería que fuera su siguiente película tras El gran Gatsby (1974), en la que estaba trabajando para el mismo estudio. Christopher Hampton escribió una primera versión del guión.
Clayton primero se concentró en ultimar El gran Gatsby para su estreno en marzo de 1974, pero después del rodaje, y de implicarse en la supervisión de las versiones europeas dobladas de la película, el director necesitó un descanso.
En ese momento, y según Roman Polanski, Paramount le ofreció dirigir la película, pero él prefería sólo protagonizarla. No era la primera vez que el proyecto pasaba por sus manos, años atrás le habían ofrecido la adaptación del libro, pero las similitudes con Repulsión (1965), que acababa de filmar, le hicieron rechazarlo. Le comunicaron a Clayton el interés de Polanski en protagonizar la película, pero ésta quedó temporalmente en punto muerto mientras el primero se recuperaba.
En 1975, tras un intento fallido de llevar al cine su ansiada película Piratas (cosa que conseguiría en 1986), Polanski buscó refugió en una empresa más sencilla, y la realización de El quimérico inquilino (Le locataire, 1976) le pareció una buena idea. El 2 de octubre, Polanski se puso en contacto con Barry Miller, el jefe de Paramount, para ofrecerse a dirigir la película, y Miller creyendo que Clayton había perdido el interés en la adaptación, aunque sin llegar a preguntárselo, le dio el proyecto a Polanski sin comunicárselo al primero, quien entró en cólera cuando supo lo que había sucedido.
La película fue producida a través de Marianne Productions, una compañía francesa, y Paramount asignó al proyecto un presupuesto de 2.200.000 dólares.
Bajo la dirección de Polanski, El quimérico inquilino se desarrolló a velocidad de crucero, ya que se realizó en un tiempo récord, sólo tardó en realizarse 8 meses, desde la adaptación de la novela hasta su estreno en cines.
El director decidió no adaptar la novela situándola en los Estados Unidos, ya que la consideraba, "muy francesa." De esa forma, la historia se mantuvo en París. Ciudad a la que el director se desplazó para el rodaje, y para escribir el guión con su colaborador habitual Gérard Brach.
REPARTO
Polanski se dio a si mismo el papel del atormentado protagonista. "Me impresionó mucho el papel de Trelkovsky, e inmediatamente quise interpretarlo," declaraba el director.
Y le adjudicó el papel de Stella a Isabelle Adjani, quien debía haber protagonizado Piratas.
Polanski quiso contar con Robert Shaw en la película, y viajó hasta su casa en Tourmakeady (Irlanda), un lugar nada fácil de encontrar, ya que sólo había dos vuelos al día desde Londres a Shannon, el aeropuerto más cercano, seguidas de dos horas de coche hasta llegar al pueblo, por una serie de imposibles carreteras irlandesas. La reunión no salió según lo esperado, Polanski y Shaw no se llevaron bien, principalmente porque el actor atravesaba uno de sus episodios de borracheras incurables. Y Polanski se fue por donde había venido, sin ofrecerle ningún papel.
Paramount decidió aumentar el presupuesto de la película para poder introducir a actores norteamericanos, ya que Barry Miller temía que el público americano no se pudiera identificar con la película. De esa forma Polanski se permitió el lujo de contratar a Shelley Winters, Melvyn Douglas y Jo Van Fleet. "Son un trío excelente, que le da una atmósfera rara a la película," admitía Polanski.
El resto del reparto se completó con nombres como los de Bernard Fresson (Scope), Lila Kedrova (Madame Gaderian), Claude Piéplu (otro de los vecinos de Trelkovsky), Rufus (Georges Badar) y Josiane Balasko (Viviane).
RODAJE
El rodaje comenzó el 14 de noviembre de 1975 y terminó en marzo de 1976. La película se rodó íntegramente en París, algunos exteriores se filmaron en localizaciones de la ciudad, y los interiores se edificaron en los Studios Eclair (en Epinay-sur-Seine). Pese a ser una película francesa, partes se rodaron en inglés y otras en francés, en función del origen de los actores. En post-producción se hicieron versiones de la película en inglés (donde la mayoría de los actores franceses fueron doblados por británicos) y en francés.
Pierre Guffroy, colaborador habitual de Buñuel, fue el encargado de diseñar el decorado principal de la película, un bloque de apartamentos parisino de enormes dimensiones, y que costó 500.000 dólares. Era tan grande que no entraba en los estudios Épinay, sólo podían construir dos pisos, de modo que, dieron con una solución de lo más ingeniosa, colocaron un espejo de enormes dimensiones en el suelo y así crearon la ilusión de que el edificio tenía cuatro plantas.
Uno de los mejores momentos de la película fue obra de Guffroy, quien construyó decorados a escala, para que gracias a una perspectiva forzada, conseguir el efecto de Trelkovsky caminado por la habitación mientras él se encoje. Otro gran momento, es aquel en el que el protagonista trata de coger la botella de agua que está en la silla al lado de su cama, pero su mano pasa a través de ella, este efecto se consiguió mediante una pintura recortada de la silla.
Uno de los momentos más complejos de la película fue rodar el plano secuencia inicial, el cual fue rodado en una sola toma. Se utilizó una cámara de control remoto instalada en una grúa. Para ello se utilizó por primera vez en cine una grúa Louma, dispositivo desarrollado por los franceses Jean-Marie Lavalou y Alain Masseron, y la primera que podía controlar remotamente una cámara desde el suelo. Según cuenta en sus memorias, Polanski lo consideraba uno de los planos de los que estaba más orgulloso de su carrera, en parte por su complejidad.
Polanski contó con el director de fotografía Sven Nykvist, colaborador habitual de Ingmar Bergman, quien fue crucial para el estilo visual de la película. "Trabajar con Polanski me dio la oportunidad de probar un nuevo tipo de fotografía," afirmaba Nykvist. "Diferente del estilo de las películas de Bergman, donde usualmente estás muy cerca de las caras, y el fondo está desenfocado. En El quimérico inquilino, era importante mantener activos todos los detalles visuales del fondo como parte de la atmósfera. Asumí muchos riesgos en mi iluminación, y llevé a los actores a la oscuridad, mientras que con Ingmar siempre había iluminado a los actores con mucha luz."
Por el lado de los actores, Adjani demostró ser una gran profesional. En ocasiones, la actriz se metía tanto en el papel, que si en una escena debía llorar, comenzaba a hacerlo antes de que las cámaras empezaran a rodar.
Y para poner música a la película, Polanski contrató a Philippe Sarde, en la que fue su primera colaboración juntos. Sarde fue presentado al director a través de Gérard Brach y su esposa Elizabeth. Almorzaron juntos, y en esa reunión, Sarde tuvo la idea de como sería la película musicalmente. "Mientras hablaba, Roman sumergió mecánicamente su dedo índice en el vaso, haciéndolo rodar por la parte interior," explicaba el compositor. "Como si quisiera hacer cantar su vaso, no dije nada, pero este detalle decisivo me puso sobre la pista. Porque en Trelkovsky, el vidrio es un elemento obsesivo, una premonición de su propio fin. [...]. De ahí la idea de un instrumento inusual en la música de cine, la armónica de cristal, una gran bandeja de caoba llena de vasos que el instrumentista hace vibrar después de mojarse los dedos." De esa forma Sarde creo una partitura única y original, que casa a la perfección con el espíritu de la película.
Antes de finalizar el rodaje, la película fue invitada para competir en la sección oficial del Festival de Cannes. Para poder presentarla tuvieron que apurar la producción, ya que iban muy justos de tiempo. Sarde, pese a ser el compositor de la película, ayudó a Polanski en la fase de montaje.
Las cosas se complicaron cuando el ministro de cultura francés solicitó un pase privado de la película. Pero cuando éste se presentó a la proyección (con la película aún sin corregir), lo hizo en compañía de un periodista, que escribió un artículo dejando a El quimérico inquilino por los suelos. La película ya estaba sentenciada antes de su estreno en Cannes el 24 de mayo de 1976. Años después, el propio Polanski reconocería que la película no estaba hecha para el público de Cannes. La recepción crítica fue tibia y eso no ayudó a su desempeño en la taquilla.
La película recaudó a nivel mundial unos escasos 5.132.555 millones de dólares. Siendo 1.924.733 de dólares correspondientes al territorio Norteamericano.
Con el paso de los años, la opinión general sobre la película ha cambiado, y a día de hoy está considerada una de las mejores obras del director polaco.
VALORACIÓN
Es imposible ver El quimérico inquilino y no pensar en Repulsión, las coordenadas cinematográficas de ambas películas son similares, sólo que en lugar de una mujer tenemos a un hombre travestido. Pero pese a los méritos y fuerza de Repulsión, me quedo con El quimérico inquilino, me parece una película mas arriesgada, tiene un sentido del humor muy retorcido, y el viaje a la locura del protagonista es llevado más al límite.
No parece casual que Polanski eligiera meterse en la piel de Trelkowski, el personaje parece una prolongación del propio director, un reflejo de su extraña situación personal por aquel entones, como si la película fuera una forma de exorcizar sus fantasmas. Trelkowski como el director, es un polaco que es ciudadano francés. El personaje está siempre en el centro de las miradas de sus vecinos, como le sucedió al propio director. Todo el mundo le juzga y habla sobre él, hasta el menor detalle se magnifica, y todos sacan conclusiones sin conocerle. Es el comportamiento de ellos y su trato, lo que le conducen a la locura.
Como hombre de origen polaco, Trelkowski no encaja en la sociedad francesa, lo miran como a un extraño, y pese a ser ciudadano francés, no lo aceptan. Y lo que le sucede en ese bloque de apartamentos típicamente parisino, es un reflejo de su propia situación social.
Por otro lado, el personaje es un pusilánime, el porqué no se marcha del piso cuando cree que tratan de matarle, sólo se explica que si lo hiciera no habría película. Es cierto, que se repite a lo largo de la película, lo difícil que es conseguir una vivienda, y vemos que a Trelkowski le falta personalidad para tomar ese tipo de decisiones, pero es el único fallo que puede encontrársele a El quimérico inquilino.
La película es realmente compleja y trata multitud de temas. El principal es la dificultad de la convivencia en una comunidad, lo absurdas y complicadas que pueden ser las cosas cuando tienes que vivir al lado de otras personas, lo extraño de que esas personas sepan cosas de tu vida que ni tus amigos saben, o como los actos de unos afectan a la vida de otros. Polanski lleva esa idea hasta sus últimas consecuencias.
Aunque suene a cliché, el bloque de apartamentos se convierte en un personaje más de la película, un lugar claustrofóbico y kafkiano del que el protagonista no puede escapar, sólo con la muerte lo conseguirá. Cuando al final de la película trata de cambiar, de dejar de ser Simone, el accidente de coche lo devuelve al edificio, como no podía ser de otra forma, ya que su destino es morir allí.
Por otra parte, tenemos el miedo a la perdida de la identidad, las personalidades de Trelkowski y Simone se empiezan a confundir hasta tal punto que él empieza a ser ella. Al principio el protagonista se deja llevar sin darle mucha importancia, pero llegado a un punto teme desaparecer como persona (que es uno de los posibles destinos del personaje al final de la película).
Eso nos conduce al travestismo del personaje, el cual podemos verlo como las dudas que tiene éste sobre su propia sexualidad. Lo cierto es que nunca parece demasiado cómodo con las mujeres, cuando se va con Stella a su casa, no se acuesta con ella. Y parece nervioso por la compañera de trabajo que se acerca a él en la fiesta que da en su casa. Además habla sobre si las partes del cuerpo nos definen como persona, en el fondo lo que quiere decir es, si el pene le define como hombre. Trelkowski encuentra a través de Simone, la forma de encontrar su propia sexualidad, suplantando la identidad de una mujer. Hay un doble miedo a no encajar, uno por ser considerado un extranjero y otro por no aceptar su sexualidad.
Todo el complot en torno a Trelkowski está en su cabeza. Polanski no juega a que dudemos entre si es real o no, en varias ocasiones vemos una escena desde los ojos del protagonista, para gracias a un cambio de plano mostrarnos la realidad. En otro momento, nos muestra como el protagonista confunde a una mujer con Madame Dioz y se estrangula a si mismo.
El in crescendo paranoico de la película es antológico, el director cuece a fuego lento la locura que se va apoderando del mundo de Trelkowski. Con detalles sutiles y sin importancia al principio (una persona que lo observa desde el baño comunal), después más escabrosos (el encuentro del diente en la pared de su apartamento) y llegando a la completa locura al final (el momento en que ve una cabeza pasando por delante de su ventana).
La escena final de la película, es perfecta, la mejor forma de terminar una película tan paranoica como ésta, dándole un giro retorcido más a la historia. ¿Trelkowski se ve a si mismo porque está delirando o Trelkowski se ha convertido definitivamente en Simone? La película tiene un cierre circular, es una pesadilla que se repetirá una y otra vez.
Enfermiza, paranoica y claustrofóbica, Polanski construyó una de las mejores películas de su carrera, que viene a ser un compendio de muchos de sus temas e inquietudes. El quimérico inquilino es un pesadillesco viaje al universo de Polanski, en una pequeña película, pero grande en resultados, y que ha terminado siendo muy influyente (La comunidad de Álex de la Iglesia le debe mucho, así como el Barton Fink de los Coen o Delicatessen de Jeunet y Caro). Es una de las mejores películas de terror que se hayan realizado, no hay necesidad de asesinos, sangre, ni monstruos, ¿y es que quién necesita monstruos teniendo a unos vecinos así?
CURIOSIDADES
Primera película de la actriz francesa Eva Ionesco.
Aunque Polanski es el protagonista principal de la película, no aparece acreditado como actor.
En los Premios César fue nominada en la categoría de mejor decorado (Pierre Guffroy).
Hay varios cameos en la película. El compositor Philippe Sarde es el hombre que observa a Trelkovsky en el cine. Y el productor Alain Sarde interpreta a un mirón.
En 2008, en Plano (Texas), Bruce Campbell declaró que El quimérico inquilino era su película de terror favorita. Y en el programa de Craig Ferguson, declaró que era la película más aterradora que hubiera visto.
Sólo quedaba viva una persona en el mundo, que supiera tocar la armónica de cristal en el momento del rodaje.
Roman Polanski se dobló a si mismo en la versión inglesa, francesa e italiana.
Para la versión en inglés, Isabelle Adjani fue doblada por la actriz americana Kathryn Leigh Scott.
Inspirado por la película, el músico David Sylvian compuso un tema instrumental titulado "The Tenant", que apareció en el álbum "Obscure Alternatives" de su banda Japan.
Tercera película de lo que se conoce como la trilogía de los apartamentos de Polanski, siendo las otras dos, Repulsión (1965) y La semilla del diablo (1968).
En un momento de la película, Trelkowski y Stella ven en el cine Operación dragón (1973), protagonizada por Bruce Lee, amigo de Polanski.
BIBLIOGRAFÍA
Cinefantastique (Vol 5 Nº3)
Roman Polanski: Interviews (Paul Cronin, 2005 / Entrevista de Jean Pierre Lavoignat y Stella Molito, 1986)
Memorias (Roman Polanski, 1984)
Beyond The Frame: The Tenant (American Cinematographer, 10 jul 2017)
Le Locataire (Site de cinéma consacré à Roman Polanski)
Robert Shaw: The Price of Success (John French, 1993)
Jack Clayton (Neil Sinyard, 2000)
Pocos comentarios para una peli asi,la verdad es que a mi me gusta Polanski hasta unos limites,pero con esta no pude,me aburria.La he vuelto a revisionar para leer la entrada y me he quedado igual.Si con el tiempo ha mejorado,ni ideamuchas de sus obras estan mejor valoradas.En fin,con ésta no entré.Saludos Rodi
ReplyDeleteNo es una película para todo el mundo y no podemos coincidir en todo ;) Muchas gracias por animarte a ver de nuevo la película para leer el artículo.
ReplyDeleteY gracias por también por comentar.
Saludos.